MER-KA-BA SHUNGIT

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Equilibrador bioenergético MERKABA, en bronce, cuarzo blanco y shungit. Mer-ka-ba describe a cada persona como un vórtice  de energía que, siendo uno, aglutina armoniosamente tres modalidades energéticas, vibracionales y electromagnéticas: Espíritu, vibración infinita; corporeidad material, vibración finita y densa; y alma, cuya gradación oscilará entre la del Espíritu y la materialidad corporal.

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Mer

El Ser Uno (Todo, Dios, Alá,…) es Consciencia Perfecta. Su Estado Natural es Concentración Absoluta (el “big” al que se refiere la astrofísica), que conlleva indisolublemente Quietud y Movimiento. Y el Movimiento se plasma en la Emanación innata de su Esencia o Espíritu, vibración pura e infinita, cuya expansión (“bang) genera la Creación.

En este marco, Mer es la Esencia o Espíritu emanado y expandido, que “llena” la totalidad de la Creación: como el aire o el gas llenan un globo, aunque la expansión divina sigue pautas de geometría fractal, por lo que, siguiendo el ejemplo, estaríamos ante un globo no redondo, sino con forma de mancha de agua o de coral. En la protohistoria de la Humanidad, Mer fue contemplado como un tipo específico de luz o energía de vibración infinita, denominándosele también Amor. Este conocimiento fue recuperado durante la 18ª dinastía egipcia, en la época de Akenaton, quien cambió la adoración de muchos dioses por un solo Dios, Creador de toda la Vida.

El Ser Uno es increado, siempre ha existido y existirá. En cambio, Mer es creado por la Emanación (Movimiento) del Ser Uno en un momento presente en lo que lo eterno se desenvuelve. Por lo demás, Mer participa de la misma calidad y frecuencia vibracional que el Creador, por lo que goza de todas sus capacidades y potestades, incluso la de Crear. Por esto, Mer es, a la vez, Creación y Creador. Y por esto la Creación es también Creadora (lo que explica lo que Dios dijo a Moisés en el Monte Sinaí: “Yo Soy el que Soy” y “Yo Soy lo que Resultaré Ser”).

En la tradición cristiana, Mer, el Espíritu emanado y expandido, es el “Hijo”, mientras que la Emanación en sí constituye el Principio Único de cuanto existe o “Padre”.

Ba

Por su parte, Ba es el Verbo, esto es, la vibración que va indisolublemente asociada a la emanación de la Esencia o Espíritu, como, analógicamente, el pensamiento humano lleva asociado pequeñas vibraciones, aunque en el caso del Verbo la magnitud de las vibraciones es colosal.

A diferencia del Espíritu, la gradación vibracional del Verbo es finita, por lo que en el seno de la Creación (en el interior del globo que el Espíritu “llena” en su totalidad) se condensa de innumerables maneras, adquiriendo menor frecuencia vibratoria (más densidad material) cuanto mayor sea tal condensación.

En la Tercera Dimensión (espacio-tiempo finito, dualidad,…) en la que experimenta la existencia el ser humano, Ba es lo que denomina materia, incluido su cuerpo físico. Pero hay otras muchas dimensiones en las que la condensación del Verbo es menor. En ellas también existe algún tipo de “materialidad”, aunque menos densa y con mayor rango vibratorio (siempre finito) que en la tridimensión, por lo que puede ser imperceptible para los sentidos físicos humanos, que sólo se percatan de la “materialidad” en una determinada franja vibracional (como el oído solo percibe el sonido dentro de un intervalo vibratorio específico).

Ka

Por tanto, en el seno de la Creación, el Verbo se condensa en innumerables dimensiones vibracionales y modalidades manifestadas (vibración siempre finita) de existencia: a más condensación, menor frecuencia vibratoria y mayor densidad material. Y, como se ha expresado coloquialmente, el Espíritu (vibración infinita) llena toda la Creación. Es por esto que la Inmanencia de Dios. Es decir, que en cualquier manifestación condensada del Verbo está subyacente el Espíritu: sea cuál se el grado de condensación del Verbo y la modalidad de existencia que derive, el Espíritu está subyacente en ella. No puede ser de otro modo, pues el Espíritu “llena” la Creación.

Y aunque el Espíritu es Uno, se hace inmanente de manera específica en cada manifestación o modo condensado de existencia (como el aire es uno, pero, al inspirar, penetra en los pulmones de cada persona en concreto). A esta presencia especifica del Espíritu en cada manifestación condensada del Verbo es lo que diferentes corrientes espirituales han llamado Espíritu Santo.

Es por esto que en cada modalidad de existencia “material” (por ejemplo, el ser humano) se produce una convivencia entre dos frecuencias vibratorias bien distintas: la infinita del Espíritu (Espíritu Santo) y la finita del verbo condesando (corporeidad física de la persona). Y cuando dos frecuencias vibracionales distintas “conviven”, surge de manera innata y automática una tercera gama vibracional cuya frecuencia oscilará entre la alta y la baja. Se trata de lo que la ciencia denomina “efecto heterodinaje”. ¿Qué surge de la convivencia vibracional entre el Espíritu Santo y una manifestación condensada del Verbo (verbigracia, el cuerpo humano)?: el alma o alma-personalidad, en expresión de diferentes tradiciones espirituales. Y es el alma lo que representa Ka.

Como la semilla de la célebre parábola del sembrador, el alma está llamada a dar fruto y crecer, esto es, a ir acercando su gradación vibratoria a la del Espíritu. Pero al regir en la Creación el libre albedrío, estará en función de cada ser humano (del grado de consciencia con el que se identifique) que esto sea así o que, por el contrario, la vibración del alma se mantenga en bajas frecuencias, más próximas a las que son propias de la materialidad.

Las almas que han ganado potencia vibratoria y consciencial hasta aproximarse a la gradación pura e infinita del Espíritu son calificadas como “almas-Espiritu”; en cambio, las que se mantienen en niveles de baja consciencia y reducida frecuencia vibracional, cercana a la densidad de la corporeidad o materia, reciben el nombre de “almas-egóicas”. Entre ambas modalidades, existen una enorme variedad de gamas vibratorias por las que transitan las “almas-personalidad” en función de las vivencias conscienciales que experiementan en su cadena de encarnaciones por muy diversas dimensiones existenciales.

Mer-Ka-Ba: Espíritu, alma y cuerpo

Por tanto, Mer es el Espíritu, Ka es el alma y Ba es el Verbo. Y Mer-Ka-ba, en su conjunto, la representación global, completa y cosmogónica de la Creación.

Igualmente, a escala humana, Mer-Ka-Ba sintetiza la unidad trina del ser humano como Espíritu (Espíritu Santo), alma y cuerpo (Verbo condesando con una determinada densidad y gradación vibratoria)

Por ello, el Mer-ka-ba describe a cada persona como un vórtice o centro de energía que, siendo uno, aglutina armoniosamente tres modalidades energéticas, vibracionales y electromagnéticas: Espíritu, vibración infinita; corporeidad material, vibración finita y densa; y alma, cuya gradación oscilará entre la del Espíritu y la materialidad corporal.

Vórtice vibracional y electromagnético: campo contra rotatorio de energía

Desde esta perspectiva, cada ser humano cuenta con su Mer-Ka-Ba, su auténtica identidad como vórtice vibracional y electromagnético en el que la energía fluye cual campo contra rotatorio, ya que la vibración del Espíritu y la del alma se movilizan en sentido contrario (como si en un reloj, una aguja se moviera en el sentido ordinario, de 0 a 12, y otra en el sentido inverso, de 12 a 0). Y en el centro de tal campo contra rotario de energía se sitúa el cuerpo físico, con su baja gradación vibratoria.

Sabiendo lo anterior, el ser humano puede concebir el Mer-Ka-Ba como una especie de vehículo en cuyo interior se encuentra, utilizándolo para acceder y experimentar otros planos de realidad o potenciales de vida. Esto por esto que distintas escuelas espirituales se refieren al Mer-Ka-Ba como campo de energía cristalino compuesto de geometrías sagradas específicas, que alinean a la mente, al cuerpo y al corazón. Este campo de energía creado desde la geometría sagrada, se extiende alrededor del cuerpo hacia una distancia de 20 metros y giran a su alrededor a una velocidad cercana a la de la luz.

Desgraciadamente, la falta de consciencia y escala calidad vibratoria de muchas personas, limita grandemente esta velocidad, llegando, incluso, a parar a casi por completo su movimiento. A la par, los seres humanos más conscientes, puede voluntariamente incrementar la velocidad utilizando la meditación. Para ello, basta con concentrarse mentalmente en el Mer-Ka-ba que lo rodea (según la figura geométrica que se usa normalmente para representarlo) y utilizar la respiración profunda y rítmica como medio para impulsar el movimiento de las corrientes contra rotatorias de energía Un Mer-Ka-Ba completamente activado se visualiza energéticamente como la estructura de una galaxia.

De esta forma, el Mer-Ka-Ba permite experimentar la conciencia expandida, conecta con potenciales elevados de consciencia, y restaura el acceso y la memoria hacia las posibilidades infinitas de nuestro ser, integrando fluidamente los aspectos femeninos (intuitivos, receptivos) y los masculinos (activos, dinámicos) de la mente y del alma-personalidad

Ancho1,4 cm. aprox.
Peso21, gramos. aprox.
diametro4 cm. aporx.

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Equilibrador bioenergético MERKABA, en bronce, cuarzo blanco y shungit. Mer-ka-ba describe a cada persona como un vórtice  de energía que, siendo uno, aglutina armoniosamente tres modalidades energéticas, vibracionales y electromagnéticas: Espíritu, vibración infinita; corporeidad material, vibración finita y densa; y alma, cuya gradación oscilará entre la del Espíritu y la materialidad corporal.

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